Noviembre, oh sweet november

Noviembre. Noviembre frío. Noviembre nuevo. Noviembre dulce.

Como el de Keanu Reeves y Charlize Zeron. De amor y de locura. De experimentar y de conocer. De vivir al máximo algo nuevo. Algo con fecha de caducidad, que acabará, como todo en esta vida.  Pero, por ahora, no pensemos en el final.

Mes intenso de olores y de sabores. Otro más. De ver el mundo con nuevos colores. Apreciar de manera especial el calor del sol sobre nuestra piel. Retomar la manta, el placer de la lectura y de las risas con películas tontas en televisión. No importa las incontables veces que ya las hayas visto. Deseo de no salir de casa. Caminar en calcetines de lana  directamente sobre el suelo, caliente ya por la calefacción. Un café humeante en tu taza favorita. Una de las de Marylin, que te regalaron tu hermana y tu mejor amiga. O quizá esa con la foto impresa de una tal cafetería 'Mogador' (en Saint Marks Pl, Manhattan), con promesas de Nueva York, evocando un viaje que aún no llega. O en tu taza del Starbucks. Qué americano todo. Qué universitario.

Noviembre universitario. Noviembre madrileño, como en esta foto. Una hoja de platanero descansa en el suelo junto al cesped de la entrada de la facultad de Ciencias de la Información de la Complutense. En plena Ciudad Universitaria. Noviembre de puertas de facultades selladas por huelga. '¡No a Bolonia!' Y Bolonia llegó y se jodieron todos. Y todos se callaron.

Noviembre pasa. La gente pasa. Nadie ve la hoja, a excepción de un único ojo. Y está cansada, y ya no puede más. Ha caído dejando atrás una verde, fresca y alegre primavera, y un cálido, asfixiante y amarillo verano. Y todo comienza de nuevo. Pues noviembre dejará paso a diciembre, y volverá otro año, aunque será otro noviembre.

Noviembre de anhelos. Noviembre de echaros de menos. Noviembre de gente que me falta. Que se ha ido, que no volverá, y otros que lo harán, pero ¿cómo será entonces? Noviembre de 'te quiero's. Noviembre de risas y noviembre de lágrimas. Noviembre de llantos amargos y de espíritu prenavideño. No navideño. Noviembre de ahorros, "¡qué suplicio!", pensar en regalos...

Noviembre de nuevas caras. Noviembre de nuevos paseos. De zapatos que duelen, que se calan de agua, y de botines que 'tomas prestados' a mamá. Qué suerte compartir el mismo número. Noviembre de bufanda y guantes, de paraguas, de vapor saliendo de tu boca al respirar en plena calle el aire frío. Noviembre de ventanillas de coches empañadas. De risas furtivas y complices, de deseos que no pueden pedirse a las estrellas fugaces, porque si las hay, no se ven. Noviembre de luna llena y amarillenta, grande y dueña de la bóveda estrellada. Noviembre de nubes, de pocos rayos de sol. Noviembre de narices rojas y heladas, y de algún sabañón.

Noviembre de alguna alegría, por qué no. Noviembre de buenas y malas noticias. De descubrimientos que refrescan tus pestañas, por si el frío no lo hubiera hecho ya. Noviembre de un nuevo 'principe azzurro': Raoul Bova se cuela por mi ventana y se apodera de mis sueños. 39 años, no está mal. Lo siento, chicas, yo llegué primero. Noviembre de imaginar a Raoul Bova como su personaje Alessandro Belli. Noviembre de pedir deseos. Dovrebbe essere italiano...

Noviembre que se va...


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