A todo cerdo, en serio
Ya lo dijo el gran Charlie Chaplin...
Tiempo, karma, energía,... Llamadlo como queráis. A mí, en estos casos, me gusta tirar del refranero español (sí, lo sé, recurro mucho a él, me encanta): "Quien siembra tormentas, recoge tempestades". Sí, es más bonito lo que dice Chaplin, pero vamos... en definitiva: "a todo cerdo le llega su San Martín". Literal y figuradamente.
La primera acepción la aprendió en un viaje a La Alberca, en Salamanca -precioso pueblo-. La segunda era la mayor verdad que había aprendido en su ya no tan corta vida. Algo en lo que le habían invitado a creer en miles de llantos desconsolados de impotencia, de rabia, de incomprensión. Y, con el tiempo, y con la actitud adecuada, llegó a disfrutar del privilegio de comprobar su veracidad.
"A cada cerdo le llega su San Martín". Fue lo primero que pensó cuando recurrió a ella en busca de consuelo, de comprensión y consejos para... para no sufrir?, vengarse?, saber sobrellevar el dolor?.
¿Qué más daba? El caso era otro corazón roto, como lo había estado el suyo; u otra decepción familiar, de esas de las que ella acumulaba ya una buena cantidad, o un enfado laboral, de los que también entendía un poco. Daba igual, en todo, en absolutamente cualquiera de esas situaciones, había un cerdo.
"¿Cuándo es San Martín?". Ésa era la pregunta retórica al fin y al cabo, la que quedaba en el aire, la que ninguna de las dos se atrevía a formular.
El santoral lo marca el 11 de noviembre. Cachis... --miedo reflejado en los ojos de su amiga ante aquel apunte, que más que nada pretendía relajar la tensión--. "Queda muchísimo". Siempre quedaba muchísimo para noviembre.
Y he ahí que entra en juego eso de "El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra el final perfecto", que decía Charlot... Ella lo había recordado justo esa mañana.
Por h o por b, llevaba semanas viendo venir San Martines de cerdos a los que había descubierto el hocico y la cola hacía muuucho tiempo. El tiempo se precipitaba sobre ellos. Y ella no había tenido que vengarse, ¿para qué? "Lo que haces, vuelve, bueno o malo". Lo sabía. Se lo habían enseñado desde niña. Y esa mañana, tonta y gélida mañana de invierno, de tender la ropa empapada mientras se le hinchaban los dedos del frío, de esperar dentro del coche con el motor en marcha a que la capa de hielo de la luna se dejara arrastrar por los limpias,... primero la radio, a placer,... después su pendrive cargado de música que le gustaba para conducir... había ido a parar a un disco que relacionaba de principio a fin a uno de esos cerdos: al cerdo mayor.
Y sonrió. Porque había sabido continuar caminando. Y quiso que su amiga lo supiera, que lo hiciera también ella, que tomara el relevo, el testigo y el consejo como una verdad... ¿absoluta?
"Bonita noche para salvar vidas"
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