22 de marzo... Alonso y Nila
Hace meses, junto a una cama de sábanas blancas de hospital, os hablaba de un amor en blanco y negro, de esos de las películas que ya no se ven, y hacía referencia constantemente a mis cuatro abuelos, a los que he visto desde niña profesarse un amor limpio y alegre. Dos de ellos, los padres de mi padre, son mis padrinos, mi abuelo Alonso y mi abuela Petronila, a la que en estos últimos días echamos de menos especialmente. Mi Petrolia, mi tía Fátima y mi abuelo Alonso, con una servidora en sus aproximadamente dos o tres años De mi abuelo, ex maquinista de la Renfe jubilado con honores, enreda por naturaleza con cualquier tipo de herramientas mecánicas que se ponga entre sus manos (del que a veces pienso podría ser un inventor frustrado, por la capacidad que tiene de aprovechar todo lo que se hace viejo o desechamos, simplemente usando unos alicates, un martillo y unos clavos), de él, he heredado el amor por la lectura, lo bien que sienta tener un libro entre las manos y meterte en o