22 de marzo... Alonso y Nila
Hace meses, junto a una cama de sábanas blancas de hospital, os hablaba de un amor en blanco y negro, de esos de las películas que ya no se ven, y hacía referencia constantemente a mis cuatro abuelos, a los que he visto desde niña profesarse un amor limpio y alegre. Dos de ellos, los padres de mi padre, son mis padrinos, mi abuelo Alonso y mi abuela Petronila, a la que en estos últimos días echamos de menos especialmente.
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Mi Petrolia, mi tía Fátima y mi abuelo Alonso, con una servidora en sus aproximadamente dos o tres años |
De mi abuelo, ex maquinista de la Renfe jubilado con honores, enreda por naturaleza con cualquier tipo de herramientas mecánicas que se ponga entre sus manos (del que a veces pienso podría ser un inventor frustrado, por la capacidad que tiene de aprovechar todo lo que se hace viejo o desechamos, simplemente usando unos alicates, un martillo y unos clavos), de él, he heredado el amor por la lectura, lo bien que sienta tener un libro entre las manos y meterte en otros mundos, aprender de la palabra escrita y su belleza.
Bueno y además de eso también parte de mi nariz al parecer se debe a él, gracias por el detalle abuelo xD. Es un tipo magnífico digno de conocer si tenéis la oportunidad, por las historias que te puede contar en un momento, por la de trenes que ha conducido (que siempre que me monto en uno, termino pensando cómo sería eso de ir a los mandos de tal mastodonte y de conocer cada máquina con un apodo de ave... Os lo juro que llama a los trentes patos y cosas así).
De mi abuela, de mi Petro, de quien echo muchísimo de menos su risa y su voz, sus ojos y lo querida que me hacía sentir tenerla, he heredado el carácter bullina, y no es la primera vez que habréis leído esta palabra aquí. Los bullina somos viscerales por naturaleza, se nos llevan los demonios defendiendo nuestras ideas. Como dice mi tía Fátima, somos explosivos en el pronto, pero luego no somos nadie. Se nos apaga fácilmente, porque en el fondo no somos capaces de estar enfadados, nos gusta reir y somos algo melosos incluso, diría yo. Pero nos arrebata la explosión. Y no me avergüenzo de ser como mi abuela, me enorgullezco en contra.
Ojalá hubiera heredado sus uñas, su elegancia y su porte. Su cabeza alta y sus ojos amables. Eso me gustaría tenerlo. Bueno y su pelo, que aquí he salido yo perdiendo. Mis primas y mi hermana unas melenazas abundantes y rizadas, envidiables propias de mi abuela, y yo el pelo liso y con una cantidad normal... Tiene narices.
El domingo hicieron seis meses de su marcha. Y ayer seis meses que no la vemos. Y duele, aún está fresca la herida y no tiene pinta de cerrarse pronto.
Hoy, esta pareja a la que veías bailar pasodobles y toda melodía que se planteara en bodas, bautizos, comuniones, ferias y fiestas varias, esos jovenes que se escribían cartas de amor y se enviaban fotos dedicadas con su mejor porte seductor durante la mili de Alonso, que posteriormente se casaron y tuvieron tres hijos, una hija, cinco nietas y un nieto (por el momento), hoy coinciden en cumplir años.
Alonso cumple 81, Nila hubiera cumplido 80 y... hay tan pocas ganas de celebrar. Pero sí hay que recordar. Los buenos momentos, y los duros, con lágrimas de dolor y también de nostalgia, y seguramente con alguna risa, porque nuestra Nila, era mucha Nila.
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