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Mostrando entradas de septiembre, 2011

A veces aún te busco con la mirada y casi pregunto por ti

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Hace un año ahora mismo (ahora que os escribo, no cuando leáis esto) era domingo, volvía a casa después de tomar algo con unos amigos que habían quedado para ver el fútbol, y de camino decidí parar en el hospital a ver a mi abuela Nila, pero sólo alcancé a verla dormir, dos, tres minutos, a darle las buenas noches y un beso aunque ella no supiera que yo estaba allí.  Mi intención era pillarla despierta, porque un día antes, el sábado, también había ido a verla, pero estuvo dormida todo el rato. Decían que había mejorado ese jueves cuando fueron a verla sus hermanas, y que había estado hablando tan bien con ellas, consumación de una reconciliación que nunca debió hacer falta. Y justo ese sábado otra reconciliación tácita, sus cuatro nietos mayores rodeando su cama, visitándola, al mismo tiempo juntos en una habitación por primera vez en la historia, y ella se lo perdió por estar dormida. Eso que tanto ansiaba. En esos dos, tres minutos escasos del domingo en que la vi, al apoyarme en

Resortes y otras cosas

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Hay cosas, preocupaciones, que sólo conocemos nosotros mismos, que no contamos ni a nuestros amigos más íntimos. Sobre todo porque suelen ser los temas que más nos perturban... Esos que ni siquiera sabemos verbalizar, expresar, en toda su carga. Son más grandes que las palabras... Son los temas que más te aterran. Quizá te dé miedo hablar de ellos en voz alta simplemente, a veces porque temes una respuesta cierta que tú ya intuyes.  Para algunas personas es la falta de amigos. Algo que aún ocultándolo, si te acercas lo suficiente a ellas, lo olerás de lejos. En mi caso, como digo, son temas para los que ni siquiera encuentro las palabras, pero sé que al menos dos amigas, de mis amigas, son capaces de intuir. Y lo ven tan claro, que a veces me da miedo. Pues llevo casi una semana dándole vueltas a algunos de esos temas. Algunos que vienen a ser uno, y que lo tengo claramente a la vista en este momento. Y estoy sola en mi habitación, rodeada de muebles, libros, discos y ropa, básicamen