Eus...la lia

Cuenta la leyenda que la milenaria ciudad de Mérida o Emérita Augusta se cubre de unas puntualísimas e impenetrables nieblas cada año, entre los meses de noviembre y diciembre, cómo ya ocurrió en el año 304  d.C. para cubrir la pudorosa castidad de una niña de doce años... Eulalia.

Creencias y religiones aparte, la historia que ahora os cuento se fundamenta en hechos reales. Eulalia, nombre griego que etimológicamente significa elocuente: eu = bien, lalia = habla. Una niña emeritense de 12 años que por su fe (sí, por su fe cristiana) se enfrenta al poder. Una revolucionaria... a la que debo mi nombre.

Según la cronología de los hechos, a esa temprana edad de Eulalia (y sí, es más bonito Eulalia que Olalla, que es la adaptación gallega del nombre), un decreto del emperador Diocleciano prohibió a los cristianos rendir culto a su mesías, Jesucristo, y, en lugar de eso, los mandaba a adorar a los ídolos paganos romanos. De ahí, surgió la protesta de esta muchacha.

He aquí que la madre de la visceral niña decide llevársela a vivir al campo, en las inmediaciones de la localidad de Arroyo de San Serván (Badajoz), de donde la  pequeña se escapa y vuelve a Emérita Augusta a patita (camino que recorren sus fieles año tras año y que en esta ocasión ha reunido a unas 2.000 personas), con dos ovarios bien puestos, para presentarse inmediatamente ante el gobernador Daciano y decirle "macho, esta norma es injusta, inviable, aquí los cristianos a ejercer su fe como quieren, como siempre, y los dioses paganos para vosotros si queréis" (claro, esto en un lenguaje más actual y coloquial, que no me quiero imaginar cómo se lo diría).

Y Caperucita se topó con el lobo feroz. 

Así es, cual lobo meloso, según las crónicas históricas (bueno, lo de lobo lo añado yo), Daciano le pone caramelos en la boca con la intención de engañarla, contentarla y evitar que la niña siga haciendo ruido por toda la ciudad. Vamos, lo que hacen todos los políticos con todos los que puedan ser considerados "representantes de la sociedad", en alguno u otro sentido, para ahorrarse problemas.

Pero no funciona, y decide, cual temeroso fascista, deshacerse de Eulalia. ¿Cómo? Torturándola hasta la muerte. A una niña de 12 ó 13 años, os recuerdo. Llegó a ser tan conocido el caso de esta joven emeritense, que en el 'Martirologio romano' de la Iglesia Católica (esa gran empresa) se reseña así el día en su honor "el 10 de diciembre, se conmemora a Santa Eulalia, mártir de España, muerta por proclamar su fe en Jesucristo". Mártir de España.

Basílica de Santa Eulalia de Mérida, nevada 2010, tras 26 años.
Entre esas torturas, en medio de ese martirio (que en total se cuentan 13), los ejecutores de su calvario habrían vertido aceite hirviendo sobre el cuerpo de la niña, le habrían hecho innumerables heridas, para después pasearla desnuda por la ciudad. Cuenta la leyenda, que Dios hizo caer una espesa niebla sobre la ciudad para evitar la humillación de la muchacha que, ese mismo día, murió quemada en cal viva en las inmediaciones de la actual localización de la Basílica de Santa Eulalia de Mérida.

Es una bonita leyenda, una Caperucita algo diferente y algo más vieja, algo más triste también... Un cuento bastante más macabro que el de la Caperucita Roja, y con un final nada feliz (aunque personalmente nunca vi el final feliz del cuento del lobo feroz con la niña de rojo).

Cuesta caer en la cuenta de que después de 1.700 años... las cosas no hayan cambiado mucho.

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