Día 16: Aquí no hay quien viva (The Censor's cut)

Día 16: Aquí no hay quien viva

Ya estaba tardando yo mucho en dedicar una entrada en mi blog a esa raza tan extraña que resultan ser al fin y al cabo los vecinos. Bueno, no unos vecinos cualesquiera, sino los míos. Y tengo para todos los gustos.

Hasta los 9 años, vivía, como casi todo el mundo (compañeritos del colegio), en la zona "obrera" del polígono Nueva Ciudad de Mérida (sí, soy una poligonera). Una zona de lo más pueblo llano que te pudieras encontrar a mediados de los 90's en Mérida: los bloques amarillos de ladrillo visto, junto a la plaza del barrio. Y estas cosas no pasaban, os lo digo desde ya. Es más, lo más jodido que podía pasar es que algún vecino pseudo-adolescente y los gamberretes de sus amigos (cuya seña de identidad eran las chaquetas Bomber negras con el reverso asomando en naranja butanero) se reunieran de noche en el portal a la luz de las brasas de sus cigarrillos con un par de litronas de cerveza. Mis vecinos eran de lo más normales, y mantenemos relaciones cordiales (tipo BBC) con muchos de ellos.

Un feliz 7 de septiembre de 1995 nos mudamos a la entonces nueva "zona bien" de este lado del río (que a estas alturas ha demostrado ser tan zona obrera como cualquiera que se precie), para vivir en un piso más grande donde mi hermana y yo ya no compartiríamos habitación, con unas vistas envidiables del puente romano y la Alcazaba, y bla bla bla. Vamos, una urbanización.

La fauna que se ha reunido y se reúne en este edificio es CUANTO MENOS SINGULAR. Se salva una familia (léase un piso) por planta. Son cuatro, a cuatro pisos cada. Haced cuentas. 

- Abajo vive una señora con su marido que yo llamo la propietaria. Parece que el edificio es suyo. Cuando nos instalamos en el piso de encima, mi hermana y yo éramos dos niñas. ¿Qué hacíamos? Pues lo normal: jugar, ver pelis, escuchar música, bailar como las Spice Girls... Todo lo que a ella más le molestaba en el mundo. En cuanto notaba que estábamos las dos solas, subía a abroncarnos para que estuviéramos calladas. Ahora tiene la salita bajo mi habitación, y me duermo cada noche escuchando su tele y las conversaciones que mantiene con su marido. También nos echó del garaje comunitario un día al ir a buscar nuestras bicis y patines. Años más tarde, una chica de mi edad (14-16), que no vivía en el bloque, entraba y salía del garaje a placer con su grasienta Scooter. Era la ahijada de mi adorada vecina, que le había dado llave del edificio y del garaje.
Ah!! Muy importante. Cuando alguien se ducha de noche y le molesta el ruido, manda a alguno de sus hijos a APAGAR EL MOTOR DEL AGUA. Si te levantas antes que ella y vas a ducharte... olvídalo, no hay presión y mucho menos agua. 

- También hay una pareja muy extraña, que tiene un par de monstruitos muy graciosos que me parecen la verdad muy salados. Pero esa madre que tienen parece que ahhrrgg... Siesa la pobre... No nos ha empezado a saludar hasta que (después de unos 8 que llevará aquí) le robaron el bolso el año pasado, y se sintió identificada con mi madre porque a ella le pegaron un tirón similar un par de meses antes.

- En mi planta. Dos padres septuagenarios con sus hijos, de los que dos son unos cuarentones muyyy raros. Solterones y feos. Muy catetos. Hace años que pienso que se apañan entre ellos dos. La hija es una pesada. Te viene a media mañana, y si no está mi madre simplemente se limita a preguntar por ella. Luego vuelve por la noche y le dice a mi madre, con el morro torcido, que está muy enfadada con ella porque (por ejemplo) quería hacer gazpacho, pero vino a pedirle tomates y como no estaba no ha podido hacerlo. "Hooola??? Vives al lado del Día MaxiAhorro...¿¿¿???" (cara de sindudaeresgilipollas).

- Hay una pareja maja, pero algo ermitaños. Siempre te miran como asustados cuando les hablas. Es raro. Solían poner a mear al perro en el propio portal. No sé, no sé ni cómo se llaman. Echo de menos a sus antecesores.

- En el tercero se llevan la palma. Son dos vejetes muy chinchorreros. Si están sentados en los bancos del portal se te quedan mirando desde que te interceptan por la calle hasta que entras en por la puerta. No desvían la vista de ti ni un nanosegundo. Además, sacuden toda la mierda de su casa por el balcón: alfombras, mopas y hasta lo que barren. Hemos desistido de pedirles por favor que lo hagan a otras horas, que nos ensucian la ropa tendida. 

- Donde ellos viven otra pareja más ermitaños que la hostia. No saludan a nadie. Él utiliza el trastero de abajo como taller de su moto y chapuzas varias, con lo cual suele estorbar bastante en el garaje. Fuma. En el ascensor, en el portal, por las escaleras y también en el garaje, claro, si es que es su oficina. 

- Nuestra 'Encarna': mayorceta, maja, pero aprovechada. Mi madre tardó poco en cogerle cariño, así que cuando iba a comprar el pan, muchas veces le traía algún encargo. Pero se acostumbró (luego la de mi planta se enteró, y se sumó al circo: si le traías a la 'Encarna' y a ella no, se enfadaba!! Una tía fresca de 30 años... Hombre ya!!!). Un sábado de julio (hace 15 años), 45 grados a la sombra, las 16hs, llama la 'Encarna' para que le vayamos a por tres garrafas de agua. Mi madre que nos manda y, al subirle las garrafas, sus hijos de veintimuchos-treintaitacos tirados en los sofás.
(censored)

- El misterioso caso del piso de alquiler. Quizá después de que lo habitara una mujer que por las noches tiraba la basura desde el balcón (y las bolsas aterrizaban y amanecían entre las ramas de los árboles), no me debería sorprender esto. La última familia en ocuparlo ha sido un visto y no visto. Muy raros, muy cerrados. No se presentaron, saludaban eso sí. Ocuparon la plaza de garaje con muebles que fueron cambiando: su coche dormía en la calle. No establecieron relación con nadie. (censored)
Anoche cuando mi madre y yo volvimos a casa, había un olor a infierno putrefacto en el portal según entrabas, y se agudizaba en el garaje. Las luces las encendimos nosotras, pero subían ruidos del hueco de la escalera que hay en el sótano, antes de entrar en el garaje. 
Esta mañana nos hemos enterado de que los inquilinos abandonaron el piso anoche. Se han llevado todas sus cosas y los muebles y electrodomésticos que trajeron. Pero también se han llevado mobiliario, cuadros y lámparas del dueño. Han dejado al parecer una deuda gorda al propietario, que no es capaz de localizarlos y ha hecho que viniera esta mañana un juez (autoridad competente -añadido-) a la vivienda para comprobar su estado. Ver para creer.

Comentarios

  1. Tienes un bloque entretenido, para que aburrirte!! Pero también deberías explicar cual es el caso de la vuestra, que quedá más gracioso aún.

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