Creo que me he enamorado... =P

Todo lo bueno, se acaba. Siempre es así. Igual que la ley de Murphy... si algo puede salir mal, saldrá mal. Es lo único que se cumple en mi vida últimamente.

Como cada verano, tengo que decir que este está siendo el mejor de todos, pero creo que esta vez tengo más motivos para decirlo.

Después de quizá el peor año de mi triste existencia, julio y agosto han sido dos meses increiblemente divertidos y llenos de buenos momentos. Y hoy, 29 de agosto, que iba a ser un día triste, como el año pasado, porque es el cumpleaños de Michael..., posiblemente es más triste porque hoy finaliza el Festival de Mérida #56... Mi verdadero motor del verano.

Pensaba que ese impulso veraniego, esa bocanada de aire fresco y ese golpe de suerte era poder pasar el verano en Europa Press entre ruedas de prensa, notas, movimiento, gente,... el gremio... Pero ha sido el festival, sin duda alguna, el que me ha hecho pasar quizá mi mejor verano hasta ahora.

Mis amigas también tienen mucho protagonismo este verano, ¡cuidado!, pero el Teatro Romano, creo que el mejor lugar que hay en Mérida para sentarse a solas con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos (incluso cuando está completamente lleno), me ha regalado mañanas y noches divertidas, gente increible, risas, muchas risas, con amigos y con nuevos colegas, con gente a la que he llegado a coger cariño incluso, y eso no es fácil conmigo... y también tardes de recuperación de sueño. Jamás había dormido tantas siestas... Es más, rara vez había conseguido dormir en horas solares.

Así que, debo confesar una cosa, y es que... creo que me he enamorado entre aquellas piedras a las que ya amaba. Me he enamorado del Festival, de los momentos que me ha dado, de todo lo que he ganado y aprendido con él este verano. Porque ha habido obras geniales y obras reguleras (por no decir malas), pero eso es lo que menos me ha contado. Para mí ha sido trabajo, un gran trabajo que estoy agradecida de haber tenido, y también una vía de escape, un aliciente para aguantar algunas situaciones que no me han sido fáciles, que me ha aportado cosas, que traducidas en oro, me convierten en una persona muy rica en este instante.

Ahora el sueño es utópico, platónico también, porque quisiera trabajar ahí y poder dedicar mis veranos al festival, porque hasta ahora lo conocía desde otra perspectiva, sin el añadido trabajo y sin la constancia de estar ahí semana tras semana.

Si lo llego a saber antes..., se lo pido a una de las tres estrellas fugaces que se cruzaron este verano con mis ojos cuando levantaba la vista al cielo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Flaco favor

Han vuelto las duchas calientes con su vapor de agua

A todo cerdo, en serio