Te has ido... y contigo los días buenos




Te has ido... hoy hace ocho días y sigo sin digerirlo, igual que todos, y creo que nos va a llevar tiempo. Tiempo y lágrimas, que es lo único que nos resta contigo. Ya no podemos decirte nada, no podemos abrazarte, darte besos o cogerte la mano. Ya no puedo admirar tus uñas siempre perfectas como he hecho desde que era niña. Ya no puedo decirte tantas cosas que se me quedaron ahí, en el pecho clavadas, intentando salir, pero... ¿a dónde? ¿Hacia quién?

Es cierto eso que dicen, que se quedan cosas en el tintero cuando pasa esto. Me hubiera gustado decirte de vez en cuando que te quiero, dos palabras de las que no voy sobrada, siempre me ha costado bastante y me cuesta soltarlas. Me hubiera gustado darte más besos y más abrazos, de esos que tanto me has inspirado esos últimos días de pijama y sábanas blancas, de hospital. Como el jueves que estabas tan bien y cuando llegué a verte por la noche te subió la fiebre y estabas llorando, y nos decías que nos fuéramos ya a casa, que era tarde y no nos creías cuando te decíasmos que eran sólo las nueve y cuarto. Mi móvil marcaba las 21.13 cuando te lo enseñé. Ahí empezaste a empeorar de nuevo, y ya nunca te recuperaste, y todos vivíamos en vilo, con miedo a que llegara un adios, a que nos dejaras, hasta que el domingo le dije a mamá que no te había visto mejorar nada, y papá estaba triste, taciturno y pensativo,... y el lunes nos llamó porque te nos ibas...

Por eso, ya todos los enfados que pillé contigo, ya no tienen sentido. Enfados de los que tú a veces te percatabas y otras no, pero que me arrabiaban contigo, y cuando más lo hacía era cuando me molestaba por la forma en que querías a gente que te hacía daño, por acción, pero sobre todo por omisión.

Te has ido... y tu sillón está vacío. Tu casa ya no es la misma, ya no estás tú,... Faltas. Falta tu presencia, falta tu voz y tu discreta risa. Faltan el olor de tu piel, de tus perfumes y también de tus guisos. Faltas. Faltan tus berrinches, 'bullina'. Falta tu carácter, tu fuerza, la misma con la que luchaste hasta el último suspiro. Y yo estuve allí. ¡¿Por qué te dejaron sufrir tanto?! (O debería decir "dejamos"...)

Todo lo que quiero decirte me llega a borbotones a los dedos al teclear, de ahí el desorden de ideas, pero es que... ¿quién puede ser ordenado en esta situación? ¿Cómo ordenas así tus pensamientos?

Vuelvo a casa porque yo tenía la ilusión de que salieras del hospital y volvieras allí algún día no muy lejano, que pudieras dormir en tu camita, como la echabas tanto de menos... Que el cumpleaños de Blanca fuera como todos los años, en tu casa todos juntos, con los sandwiches de nocilla y paté, las patatas fritas y el 7up, y una tarta y velas y fotos, y Judith soplando otra vez las velas, como siempre, y tú en tu sillón, discutiendo, como siempre, sobre política y fútbol, girando la cabeza hacia la tele refunfuñando cuando se te llevara la contraria. Un cumpleaños más, un cumpleaños contigo. Pero no pudo ser...

Cuando entramos Blanca y yo en casa el día de su cumpleaños, de vuelta del cementerio, entramos como siempre al salón desde la cocina, y nos giramos hacia la izquierda, como siempre hemos hecho para inclinarnos a darte un beso... Pero no estabas. Creo que a pesar de haberte dejado hacía minutos bajo los cipreses, esperaba verte allí, como si todo hubiera sido una pesadilla. Pero tu sillón estaba vacío.

Aún no sabemos entrar allí sin ti... Como te digo, supongo que nos llevará tiempo y lágrimas.

El abuelo te echa tanto de menos... Todos lo hacemos, todos... los que te queríamos, Petrolia.

Te has ido... y te has llevado contigo los días buenos. Te has ido como el verano, luchando contra el invierno, en una pugna meteorológica de temperaturas, lluvias y sol. La primera gran lluvia fue ese jueves que empeoraste... La siguiente fue el lunes pasado, el día que te nos ibas. Como si el cielo llorase. Como si te quisieras llevar el verano contigo. Y lo has hecho. Ahora, por más que brille el sol, los días son grises. Y no me parece justo que os hayáis ido, el mejor verano de mi vida ha tenido el peor final que nadie se pudiera imaginar, el que peor voy a enfrentar. Ya no tengo ganas de empezar nada, no me motivan ni las clases de italiano, ni me llama ir al cine, ni me apetece poner música bien alta para cantar y bailar a solas en mi cuarto, para liberarme, para desconectar...

Siempre han dicho que yo era tu favorita, y no me parece justo para con mi hermana ni para con mis primas, sobre todo porque sé que Clara y Judith también han tenido sus momentos estelares, pero sí entiendo que yo fui tu primera nieta, que hemos estado juntas 24 años y medio, y eso es un lazo muy fuerte.

Y también me han dicho muchas veces que me parezco a ti, ya no sólo físicamente, sino en el carácter. Mi madre dice que soy 'bullina' como tú (y para quien se pregunte qué es eso, eso es el mote de la familia de mi abuela Nila, y viene de bulla), como mi padre, bastante fiel retrato tuyo. Nunca llevé bien que me llamaran así, 'bullina', mi padre dice también que Blanca y yo somos un pozo 'zurras', como el abuelo, pero no sabes lo orgullosa que estoy de ser 'bullina', de tener ese carácter, aunque a veces no lo muestre y otras me perjudique.

Te voy a recordar como siempre has sido, 'bullina' y visceral, sobre todo hablando de política y fútbol, discutiendo conmigo para defender los toros y tirarme alguna puyita sobre Michael (aunque perdí mi baza de contraataque, porque desde que la Panto se metió con el Cachuli a ti te decepcionó... ya no es más la viuda de España =P). Y te voy a recordar coqueta, siempre arreglada y perfumada, con los ojos pintados y las cejas bien perfiladas, bien peinada y sin ninguna arruga a tus 79 años, con gafas nuevas y tu conjunto de pendientes y anillo nuevos, con grandes zafiros en el centro de los brillantes o diamantes... (no sé qué eran), sé cuánto costaron los pendientes, porque tú me lo dijiste, pero me lo guardo =), porque me pediste que no le dijera nada al abuelo =P. Siempre guapa, y siempre con una dulce sonrisa para dedicársela a quien se dirigiera a ti. Siempre elegante. Es tu sello.

Puedo ver la Luna a través del visillo del salón, grande y majestuosa, decreciente, y es como si pudiera verte a ti en ella.

Al poco de irte, que fueron a por cosas a casa la tita, Lolo y mi madre, tuve que llamar a casa porque no me cogían el móvil. Ha sido de las poquísimas veces que no me cogiste tú el teléfono. Me alegro de haberte arrancado risas desde el otro lado del hilo, ya fuera desde Madrid (cuando al despedirte me decías que nos querías mucho a Blanca y a mí), como al llegar a Mérida o cualquier otro día que te llamase desde casa, y ponía voces para gastarte bromas, haciéndome pasar por supuestas conocidas o compañías de seguros que te ofrecían polizas o premios... y sieeempre picabas y el abuelo te decía "ésa es la grande, parece mentira que no lo sepas ya!" xD

Son muchos años, muchas noches de viernes, muchos cumpleaños, tardes ya no de viernes, quedarnos a comer allí, hacer los deberes en el salón mientras el abuelo dormía o leía y tú veías alguna novela en la tele (vaya vicio tuviste con 'El cuerpo del deseo') o programa de cotilleos. Además de domingos. Cada domingo, a la 13,10 horas, Blanca aparecía en el salón de casa y se plantaba en la ventana hasta que veía aparecer vuestro coche y gritaba "¡Vienen los abuelos!", corría al dormitorio de mis padres y volvía con un gran cojín para prepararte el sillón, para que estuvieras cómoda a la vez que no te despeinaras =).

El viernes, a la hora a la que hubiéramos estado en casa con vosotros, papá, Blanca y yo cenábamos aquí en nuestra mesa, en silencio, mirándonos apenas las caras, y yo me preguntaba... ¿qué va a pasar ahora con nuestras tradiciones? ¿Qué va pasar cuando llegue el cumpleaños del abuelo, tu cumpleaños, qué celebraremos?

Te voy a echar de menos a mi lado los domingos a la hora de comer, con los brazos apoyados en pirámide y los dedos entrelazados. Ya lo echo de menos. Igual que darte un beso recién duchada y que me digas "qué bien hueles, hija!", o que tengo la cara fría o caliente... Echo de menos verte, enseñarte la ropa nueva que me compro, contarte mis logros. Echo de menos cuando me llamabas 'mediamadre' cuando me estaba desarrollando, preadolescente toda y me hacías rabiar porque no me gustaba esa palabra. Echo de menos relajarme sentada en tu regazo, como hacía de pequeña, mientras tomábais el café los domingos por la tarde, y me rascabas la espalda o me hacías cosquillitas en el brazo, mientras yo contemplaba tus uñas perfectas con envidia, y tú me decías que no me mordiera las mías y que me las pintara... Igual que me has seguido diciendo a lo largo de los años, o que me pintara los labios.

Echo de menos tu sopa de fideos de los domingos, la mejor del mundo y la única que me gusta, porque me la hacías de pequeña los domingos cuando íbamos a comer pollo asado con patatas a tu casa. Afortunadamente ésa era una receta sencilla que no me costó nada aprender, y es la que yo también hago. Pero no terminaste de darme la de tus lentejas con arroz, ni la de aquel arroz con alcachofas que olía tan bien y que decías que era tan fácil y rico...

Blanca intentó tranquilizarme el día que te velamos en el tanatorio, contándome la vez que dormiste en mi cuarto (yo estaría en Italia de viaje o en Madrid), y como te levantaste al tiempo que ella y apareciste en la puerta de la habitación con tu camisón blanco, diciendo "no sé cómo es capaz de dormir ahí tu hermana con tantas caras mirándola" (haciendo referencia a todos los posters de Michael Jackson que había por entonces en mis paredes). Yo recuerdo que hablé ese día contigo y me comentaste algo, y recuerdo decirte "sí, abuela, pero ¿a que se duerme bien?", y tú contestarme que sí, que habías dormido muy bien.

Ya no estás y te echamos de menos. Y yo que pensaba que me venía haciendo a la idea... nada más lejos de la realidad. Al menos ya no sufres más, y por más lágrimas que nos cueste aquí abajo, sé que no habrá más lágrimas en el cielo.

Te quiero mucho, mucho, mucho... Jamás te voy a olvidar. Yo seguiré aquí hasta que me toque, contando por enésima vez cuando hace seis años y medio, visitándote en el hospital y sentada a la cabecera de tu cama, llamaste a Rodríguez Ibarra cuando pasaba por el pasillo de vuelta de ver a su madre, le pediste que se acercara y le dijiste "¡Dame dos besos, guapo! ¡Qué guapo, hijo, qué porte! Lo estás haciendo muy bien!" =). No tengo anécdota más divertida.


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A mi abuela Nila... Petronila Guillén López, allá donde esté, entre nubes y estrellas...
Bullina de nacimiento, elegante de vocación.

Comentarios

  1. Eu, tu abuela es preciosa! Me parece muy bien que saques todo lo que tienes dentro...tengo que decirte que se me han saltado las lágrimas....¡cúanto amor se ve en estas líneas y cuanta añoranza!

    Un abrazote 'bullina'!

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  2. Eu de corazon a corazon que hermosa forma de amar,un abrazote y todo mi cariño

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  3. eres unica sobrina seguro que tu abu estaba super orgullosa de ti como lo estoy yo y dale tiempo a tu vida que seguro que pronto iras superandolo te quiero besitos

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