"Pensamos demasiado y sentimos muy poco"

"A veces aún bailo bajo la nieve".

Lapidaria frase final de Edward Scissorhands, de Tim Burton. Para quienes no la han visto nunca o sólo una vez, quizá no pase de ser una bonita frase. Quienes la conocemos de memoria, sabemos toda la carga emocional de la casi perfecta combinación de esas 7 bonitas palabras. Pura melancolía.


¿Alguna vez has echado de menos algo antes de que se acabe? Echarlo tanto de menos que llegas a plantearte si serás capaz de seguir sin ello, cual si fuera una droga necesaria, imprescindible para seguir, para respirar un día más, un segundo, caminar, abrir los ojos, contemplar y ver, escuchar, sentir y tocar, poner los cinco sentidos en cada cosa que haces, disfrutar.

Yo sí. Y te crea una enorme sensación de miedo. Miedo a soltarte, miedo a caerte incluso si lo quieres ver así. Miedo. Sudores fríos, escalofríos, cambios de humor, risas y lágrimas repentinas... ¿Melancolía?

¿Has visto 'El Gran Dictador'? ¿Has prestado atención al discurso final de Charlie Chaplin? 

Hay un momento, aunque muy breve y en un tono casi apagado, que te cala como si estuvieras bajo la tormenta del siglo. Seis palabras, sólo seis, para hacer la mayor y más acertada crítica que creo que jamás nadie ha hecho de la raza humana. Seis palabras y te deja fría. Reflexionas, y le das la razón.

"Pensamos demasiado y sentimos muy poco"

Es muy posible que mañana acabe una etapa de mi vida en la que he aprendido a sentir, a pensar lo justo, a no dar vueltas, a no retroalimentarme, a ser práctica, directa, incluso rotunda, radical en ciertas decisiones ya lo era. He aprendido a disfrutar por encima de la campana gorda. He despertado, y te aseguro que no hay palabra mejor para expresarlo. He despertado y ahora lo veo todo distinto, con más luz, y eso que cada día desde hace 17 años subo las persianas hasta arriba. Disfrutar es ahora la palabra que más utilizo, y lo hago a diario. ¿Por qué? Porque disfruto, con cada estúpida cosa que hago. Y lo que no disfruto, no lo hago... No tendría sentido.

Llevo meses augurando el final de esta etapa con un vértigo atroz. Pero, por otra parte, tengo tantas ganas de comerme el mundo, de vivir, que no hay miedo. 

Ya lo sabes, no es nuevo, no soy la misma que hace unos meses. Me parezco algo a quien era el año pasado, pero no tengo nada que ver con la Eulalia de abril de 2011, y mucho menos con la de febrero de ese mismo año. Y simplemente soy yo, la misma, pero no igual. Mejor, más despierta como te he dicho, más astuta, algo menos inocente, menos ingenua, algo más risueña, mucho más dispuesta, más alegre. Ahora me siento... MÁS VIVA.

Lo mejor que te puedo desear es que disfrutes, que vivas =).


Comentarios

Entradas populares de este blog

El Despertar de la Fuerza... (pause)

Drogadicta de la cama, noctámbula sin remedio

A todo cerdo, en serio