Rumboxeando con Muchachito y Santos de Veracruz

(ALTAVOCES y PLAY)


Vale, ha llegado el momento. Que sé que estoy perdidísima y tengo abandonadísimo el blog. Y tengo mil cosas que contar. Siempre tenemos cosas que contar, todo, depende de cómo se mire, tiene alguna forma interesante de ser contado, hasta la forma de levantarnos, que creo que puede ser una de las cosas más bonitas para ser descrita.

Bueno, pues he vivido otra experiencia más, una experiencia divertida, rítmica y de un buenrollismo que si os soy sincera no sé muy bien cómo describirlo. Aunque estoy dispuesta a que 2011 sea mi año, como lo fue 2009, o como lo fue 2007, ya he hecho patente que no ha sido el mejor comienzo de año, y ver 'Paranormal Actívity 'de noche en las inmediaciones de un hospital no ayuda. Pero ir a un concierto y descubrir que eres capaz de disfrutarlo al máximo..., eso sí que sí. 

¿El mérito? Jairo Perera y Santos de Veracruz, que aunque parezcan nombres de toreros, nada más lejos de la realidad. Son Muchachito Bombo Infierno y una parte muy importante de su banda, el pintor de sus conciertos y diseñador de todas las portadas de sus discos. Vamos, dos artistazos que nos hicieron vibrar, bailar, saltar, gritar y cantar con todas nuestras fuerzas el sábado en la sala HouseIt Club de Mérida. Puro RUMBOXING!!! (os dejo un poquito aquí)


Esta ha sido además mi primera incursión en una sala-pub-discoteca tras la entrada en vigor de la ley antitabaco. Mi pregunta después de haberlo leído en Facebook y tras varias semanas escuchando cantidad de opiones sobre la desaparición del humo, fue respondida como a los 20 minutos de concierto por una chavala (que según mis fuentes trabaja en prensa también) y sus dos amigas, cuando se colocaron junto a nosotras frente al escenario con sus brazos en alto, su locura borracha --o quizá proveniente de otros humos--. De repente, una nada fresca brisa tigretona, penentrante y vomitiva se coló por mis fosas nasales. Me volví "Alice, huele a sobaco". Así de llano, la humanidad se manifiesta. Tufaban, lo juro.  Cada vez que elevaban sus alas y nos empujaban... Y de una forma asquerosa, excesivamente penetrante, y no es porque fueran desaliñadas, despeinadas, sino sudadas. El concierto acababa de empezar, lo recuerdo. Fuera estábamos a sólo dos grados.

Pero, pese a ello, la noche fue genial. Muchachito y Santos animaron y cumplieron, dieron un gran espectáculo. Muchachito cantaba, tocaba la guitarra y el bombo. Santos pintaba, y para descansar del cuadro cantaba Carretera Sideral a su estilo flamenquito o dibujaba en una libreta grande para que un colaborador de ellos fuera lanzando sus ocurrencias al público en forma de aviones de papel.

Y Muchachito preguntaba a Santos... "Santos, ¿cuánto le queda al cuadro? Mira que me quedan cinco canciones", metiéndole prisas. Hubo espontáneo y hubo regalo, y no un cursi-peluche de corazones, sino más bien un regalo de caducidad inmediata y dudosa legalidad. Y la gente se volvió loca pidiendo Azul al final, y yo veía que Siempre Que Quiera no llegaba. Sera Mejor no pudo faltar, como tampoco Haciendo Ruido, que sonó como tres veces, o Si Tú Si Yo, que me encaaanta. De las nuevas, por supuesto, tampoco faltaron y sonaron La Mejor, Caraguapa y la grande Tiras de Mi Corazón. ¡¡¡Grande Muchachito!!!

Llegados a un punto la gente fumaba, y yo casi lo agradecía porque por la gripe apenas notaba el olor, pero maquillaba los alerones de mis vecinas. Buena compañía y buena música, y en directo, aunque yo a veces me perdiera entre el público hacia delante, buscando espacio y campo de visión, buscando ver a Muchachito y a Santos bailar, y el cuadro, o intentando encontrar una posición estratégica para intentar coger al vuelo alguno de los dibujos que mandaban, algo que sabía imposible teniendo en cuenta mi estatura. Y todos de un buen rollo... Jamás había ido a un concierto donde me fuera tan fácil llegar a la primera fila. Mira que suelo colocarme en primera por tarde que llegue, escurriendome entre la gente, pero aquí es que me dejaban. Alguno que era más difícil le empujaba suavemente y de que me miraba molesto o como diciendo "olvídalo, no te vas a colar", yo le pedía perdón con la mejor de mis sonrisas y cara de pena, y el susodicho me miraba y sonreía consciente de su altura y... se apartaba un poco para dejarme ver =P.

En serio, grande la noche. Puro rumboxing!!!

Y este es el cuadro de Muchachito y Santos en Mérida (sí, ése es el logo de Cuatro... No sabemos por qué está ahí)

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