Niebla
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Viajero ante un mar de niebla, Friedrich Siempre me gustó esta pintura |
Vuelvo, como lo ha hecho hoy el Sol a mi vida y a la de todos los emeritenses. Llevamos sumidos en una niebla profunda toda una semana y más. Esto parece Londres, y no es coña. Ayer casi daba miedo conducir, con una pantalla blanca y opaca entre tus ojos y el coche de enfrente, y cruzar a 50 kilómetros por hora un puente y luego otro sin ver nada a derecha o izquierda. Sólo una nube gris, intuyendo las luces del propio puente a tu paso. Casi parecía que en medio de esa nada, podría aparecer algo de cualquier parte en cualquier momento para atacarte. Vamos, iba casi cagada en el coche.
Y luego más tarde, ya anochecido, al enfilar la Rambla desde la Puerta de la Villa, pensando en una frase de algún compañero hacía un par de días, "Lo que duran las nieblas de la mártir Santa Eulalia este año" (o algo así), sin ver muy bien lo que hay delante de ti, apenas la acera que espera a tus pies al siguiente paso. Llegado el punto en que si no fuera por la niebla estarías segura de que debes girar a la derecha para encontrar la calle en la que aparcaste, miras hacia arriba, hacia el punto de luz que guía en ese momento a tus ojos.
Una farola amarillea el vapor de agua que lo envuelve todo, y aunque está a cinco pasos la ves borrosa, mientras ella apunta insegura y casi temblando hacia arriba. Parece una escena de película de terror, cuyo protagonista se aventura a una esquina solitaria en mitad de la oscuridad y la niebla, seguro de que encontrará allí al confidente que desconoce pero busca, y temiendo su apariencia..., seguramente un señor corpulento y alto, vestido con gabardina negra y sombrero americano de los años 30 calado por debajo de los ojos, dejando ver únicamente el cigarrillo que arde entre sus labios, una seña de identidad imprescindible de los señores misteriosos que aparecen de la nada en medio de la niebla, quizá un intento de encontrar calor en medio de toda esa humedad.
Pero hoy, ha salido el Sol, se ha hecho paso entre las nubes, que se escondían esta mañana, grises y oscurecidas, bajas entre las colinas, amenazantes de una nueva semana nubosa. El calor y la luz durarán apenas unas horas, y volverá la niebla, volverá a mojarnos los ojos con esa película de agua que se pega a nuestros iris y a todo nosotros según la atravesamos.
No ha sido el mejor comienzo de año. Malas noticias y disgustos nos han estado rondando desde el mismísimo 31 de diciembre, porque como bien dice mi Pau las desgracias nunca vienen solas, aunque no sabemos el porqué, pero es muy importante nuestra actitud, la forma de verlo todo, el dejarnos caer o pensar en positivo, tener energía y fuerza y canalizarlas.
Así que empapémonos hoy de sol y carguemos las pilas para la niebla que se avecina.
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