Han vuelto las duchas calientes con su vapor de agua

Quien diga que no utiliza la ducha como lugar de reflexión, una de dos: o miente... o no sabe lo que se pierde.

¡Hala! Ya he confesado, lo hago, pienso en la ducha. Creo que es el mejor lugar donde debatir contigo mismo y tomar decisiones, donde ver las cosas con otra perspectiva, la mente más fría pese a la tibieza del agua. Desde lo más tonto a lo más complicado. Incluso ayuda a disimular lágrimas y llantos necesarios que no quieren testigos.

Mi ducha de ayer pudo haber sido reveladora, pero, en cambio, versó sobre lo más evidente y simple en esos momentos, casi tonto. La ducha. La ducha en sí. Cada uno tiene sus preferencias. Personalmente, no soporto ducharme con agua fría en verano. Prefiero comenzar con agua templada y en el último enjuague pasarla al frío, pero sin pasarse, que ya me ha costado más de un gripazo.

Ayer, sin embargo, decidí apostar fuerte. Hace frío. Abrí el grifo y el agua empezó a caer en cascada del teléfono de la ducha colgado en lo alto. Ya caliente. ¡MILAGRO! Y con ese calor, del choque del agua contra el suelo de la bañera, empezó a emanar un agradable vapor blanquecino, húmedo, mojado.

Con los ojos cerrados, parada de pie bajo la cascada y escuchando únicamente el repiquetear frenético de las gotas de agua, me sentí en la gloria, suspendida en una nube. La nube que emanaba casi del mismo sumidero y que se estaba formando a medida que el agua caliente caía en esa dirección. Me doy la vuelta, abro los ojos y... blanco, todo blanco. No veo nada. Apenas puedo distinguir el bote de champú y pienso... "¡esto es vida!"

Empiezo a aventurar cómo sería pasarme la vida metida en una ducha como esa, donde el vapor de agua convertido en nube acabe por inundar todo el baño. Inspiro profundamente... suspiro. Recuerdo. Remedios caseros. Y siento liberados mis pulmones, el nuevo aire húmero entra suave hacia ellos desde mi nariz. ¡MILAGRO! ¡Respiro por ambas fosas nasales! Raro con mi sinusitis crónica y mi hipertrofia de cornetes derivada de la desviación del tabique. ¿Quién necesita médicos y aerosoles cuando el mejor remedio es el de mamá, el de la abuela? A pesar de tener los ojos abiertos, lo que veo es una cazuela llena de agua verdosa hirviendo a pocos centímetros de mi cara, apenas perceptible por la oscuridad que proporciona una toalla que me tapa la cabeza y con ella la cazuela. Vapores de eucalipto.

Decidido. Una buena ducha caliente es un buen sustitutivo de los caseros vapores de eucalipto de cuando era pequeña.

Dejo la mente en blanco. Relax. Concluidas las cavilaciones sobre la maravilla que constituyen las duchas calientes de otoño e invierno, continúo con el ritual. Me enjabono el cuerpo mientras el acondicionador actúa en una melena que me empeño en dejar larga y no dejo de sanear, de cortar. El vapor huele a fresas y nata. Se afruta cuando un mechón ondulado se cruza por mi cara.

Mi cabeza está ya en otro asunto, llevada a pensamientos que ya conoce, que la intrigan e inquietan incluso, que llegan a preocuparla, a raíz de una canción que se ha apoderado de todas mis neuronas desde pocos minutos antes de entrar en la ducha, recuperada gracias a internet tras 24 horas pensando en ella después de descubrirla en youtube.



You’re so sad maybe you should buy a happy meal
You’re so skinny you should really Super Size the deal
Secretly you’re so amused
That nobody understands you
I’m so mean ‘cause I cannot get you outta your head
I’m so angry ‘cause you’d rather MySpace instead
I can’t believe I fell in love with someone that wears more makeup than…

Ur so gay and you don’t even like boys
No you don’t even like
No you don’t even like
No you don’t even like boys


Sigo en la ducha. ¡CONTINUARÁ!