Empieza el juego

El vestidor de Carrie es algo así como una partida de ajedrez. Bueno, son varias partidas en realidad: una por semana durante los próximos nueve meses. Es como una guerra donde hay que ir ganando o perdiendo batallas (a ser posible ganando), así que el "deporte" más parecido y que mejores símiles me ofrece es el ajedrez.

En el ajedrez, se precisan técnicas y tácticas de ataque y de defensa, mucha concentración, paciencia y tiempo. Prácticamente lo mismo que aquí, y yo tengo todo el tiempo del mundo, pero lo limito a nueve meses, un embarazo como quien dice. Bueno, tampoco tengo todo el tiempo del mundo, nadie lo tiene. Tenemos el ahora, luego... ¿quién sabe?

Cada partida, pues, va a durar una semana, por lo tanto, cada semana se producirá un jaque: un encuentro frente a frente entre dos rivales (uno de ellos soy yo). Y el primer jaque es mañana por la mañana.

Si soy sincera, me da miedo ese primer jaque. Puede pasar una de estas tres cosas:
1) que gane yo,
2) que no gane o
3) que la ronda acabe en tablas.

Me gustaría ganar, aunque es una tarea ardua. Me contentaría con unas tablas, la verdad... Y no me gustaría perder, pero, de hecho, ni siquiera me extrañaría.

La cuestión es que mañana nadie gana o pierde. Este cara a cara es sólo una toma de contacto, así que, justo antes del momento decisivo, cerraré los ojos, respiraré hondo y visualizaré en mi mente el despacho de mi padre convertido en un vestidor lleno de zapatos dolorosamente maravillosos y ropa descaradamente fabulosa (entre la que se contarán más de dos vestidos preciosos que encontré el otro día en Zara).

Espero no deprimirme... =P. Mañana, os cuento.


Nota: Zara es mi tienda favorita. El viernes me reconcilié por fin con ella, a la vista de que debe haber recapacitado sobre su fatídica colección del pasado invierno (se salvaba bien poquito). ¡¡Ha llegado la primavera!!

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