Whisky sin soda: deseos y tentaciones


Cuando me siento a escribir en el blog, especialmente cuando es después de mucho tiempo sin trastear el teclado para contaros algo, o quizá sin saber muy bien cómo contaros y si es que quiero contaros..., suelo quedarme bloqueada con las manos suspendidas en el aire, pero bien dispuestas en el lugar que ocuparán mis dedos en él unos segundos después.  Existe un momento en el que parece que todo se para. Mis dedos están ahí, sin saber muy bien hacia qué tecla deben dirigirse primero, si necesitarán que un meñique presione un Shift o buscar una tilde, qué sé yo. En ese instante, suelo mirarme las manos como diciendo "¿Qué iba a hacer yo ahora?", y una misma imagen se cruza por mi mente y se proyecta ante mis ojos anulando lo que realmente tengo delante. En ese momento veo las manos que nunca llegó a tener Eduardo Manostijeras, tal y como las recuerdo en la película, en una escena en blanco y negro. Unas manos completas bien blanquitas depositadas dentro de una caja negra. Incluso veo a Vincent Price ante mí, mirándome cual si yo fuera Edward, prometiéndome que dentro de nada tendré manos. "A veces aún bailo bajo la nieve..." Es mi cita favorita de la película. A veces yo aún bailo a solas en mi habitación. 

Las manos y especialmente la expresividad que le aportan los dedos me han resultado fascinantes  desde muy pequeña. Hay cuatro cosas que para mí tienen un encanto mágico en el cuerpo humano: las manos, con sus gestos y sus posturas; las bocas sugerentes, expresivas y cuidadas; las voces seductoras, rotundas y profundas, y los ojos... No por la forma, sino por lo que transmiten. Todos ellos tienen un elemento común que a veces se escapa a nuestra vista o quizá es demasiado obvio como para reparar en ello. Todos tienen su lenguaje propio. Manos, bocas, voces y ojos hablan por sí solos. Delatan mentiras, confiesan pasiones y destapan secretos.

El doctor House tiene mucha razón, por eso a mí me enganchó desde el principio y me ha caído siempre bien. Su máxima es una verdad universal: "TODO EL MUNDO MIENTE", por mucho que algunos revolucionarios nos empeñemos en que no ocurra y decir siempre la verdad. Pero las manos, las bocas, el quiebro de las voces y los ojos resultan siempre de lo más reveladores. Los elementos físicos que además son los más engañosos o tramposos, los que nos engatusan y nos terminan por seducir en las personas, por el tema de sus lenguajes paralelos.

En este estío de tentaciones, de pasiones estacionales y fugaces como las Perseidas, pero explosivas y fogosas como la de Baby y Johnny en Dirty Dancing, la más infalible de esas fuentes de información se esconde siempre tras unas gafas de sol oscuras, un complemento necesario y a la vez una barrera hacia la verdad.

Pero tito Sabina dice que para qué vivir cien años, que cada momento es tiempo de soñar, de caer en la tentación, que es la mejor forma de evitarla, y en lugar de decir a esa chica que no llame más, se la llama. ¿Por qué? Porque los dos opinamos con sade que AL DESEO LOS FRENOS LE SIENTAN FATAL.

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